
Esto me hace recordar el artículo escrito por Jorge Zepeda (Informador, 26 de octubre), en la cual, asevera que López Obrador, al igual que Carlos Slim, tiene un capital prácticamente ilimitado, y ahora le concedo la razón.
La diferencia estriba en que el capital de López Obrador es político, y queramos o no admitirlo, es todavía lo suficientemente grande como para que, en su calidad de ciudadano pueda acudir al Salón Protocolo de la Cámara de Diputados y ser recibido por sus correligionarios (a pesar de los conflictos al interior de su partido) entre ovaciones, con la mirada frustrada de todos sus detractores y recibiendo el mismo trato y dignidad que un Jefe de Gabinete (Público, 28 de octubre).
Hoy, López Obrador, no siendo diputado, senador, secretario de estado u ocupar cualquier otro cago público, ha ejercido su calidad de ciudadano más allá de lo que cualquier otro ciudadano de éste país hubiese podido hacer; ocupar un lugar crucial en la toma de decisiones, obligar a todas la fuerzas políticas a debatir aquello en lo que él quiere que se debata y frenar cualquier intento del presidente Calderón y aliados de hacer cambios importantes en la Constitución y las leyes secundarias.
Agradeciendo su atención se despide;
Arturo Verdín
No hay comentarios:
Publicar un comentario